Tiempo de irse [Privado]

Ya estaba aburriéndose de estar solamente tras vitrinas como muestra, no es fuese muy cara, es que tiene relativamente poco desde que salio del laboratorio, pues se había enfermado de gripe y la regresaron hasta que sanara por completo y no contagiara a las otras nekos, ahora se encontraba bien, mas estable de salud y como siempre tranquila, la paz andante.

Abrió los ojos después de una siesta vespertina entre unas almohadas que había formado como un nido y ella se hizo bolita entre estas cubierta por una manta simple de color azul celeste, se destapo el cuerpo retirando esa manta azul con la cola colocándola sobre una almohada a su costado; parpadeo tratando de quitarse la modorra después de despertarse, se sentó en el suelo y con su mano alcanzo a un peluche.

Ahora estaba la pequeña neko jugueteando ahora con un peluche en con la figura de un conejo, se encontraba jugando con sus largas orejas, moviéndolas de un lado a otro, riendo ligeramente de manera muy suave, sacudía ligeramente la cola de un lado a otro ondeándola sin mirar aun al cristal para saber si alguien se interesaría en ella..

La verdad es que Neria no había entrado en la tienda pensado en comprar una gatita, sólo para verlas. Es que... ¡le resultaban tan adorables! Como esa blanquita de ahí al fondo que parecía un copito de nieve, esas dos que jugueteaban en una vitrina o... vaya. La chica soltó un silbido de admiración y se detuvo al pasar frente a la vitrina que contenía la kitty que le había llamado la atención.

Desde su posición sólo podía verle la espalda y el corto cabello negro, pero le había visto un 'algo' que la había atraído irremediablemente. Quizás el sonido de su suave risa, quizás el modo inocente con que jugueteaba con el peluche... o quizás ella entera. La verdad es que no tenía desperdicio.

Posó la mano en el cristal y dio unos suaves golpecillos con los nudillos mientras mantenía la otra mano en el bolsillo de sus shorts, despreocupada.

—¿Toc, toc? —río, simpática—. ¿Pero qué hace una cosita tan bonita como tú aquí, aún en venta? ¿Es que el mundo se ha vuelto ciego? —la halagó, bromeando. Era sincera. En verdad no comprendía como esa gatita aún no había sido comprada.

Los sonidos del golpeteo le hizo abrir los ojos mas y sus orejas se movieron ligeramente ante el sonido, giro apenas su rostro dirigiendo su mirada a la persona responsable del mismo, sonrió ligeramente ante aquella risa simpática que escucho, era bastante agradable.

Ondeo un poco su cola antes de ponerse de perfil, riendo ligeramente ante ese halago, negó ligeramente con su cabeza algo apenada quizás, volvió a verla, observándola con atención, sobre todo esos ojos castaños, transmitían alegría, quizás hasta hiperactividad, su cuerpo era cuidado, de alguien fuerte los músculos marcados en sus brazos lo delataban. Sus mejillas se tornaron algo rosadas ante aquel halago, lo dijo tan natural y no como algunos hombres que pasaban a curiosear y que terminaba por ignorarles. Junto sus dedos índices jugueteándolos un poco gracias al nerviosismo que le nació.

Parpadeo entonces, recordando que no debía perderse en sus pensamientos y dejar a la mayor sin respuesta; golpeteo con la punta de su cola el cristal dos veces. Se acerco a este gateando con los finos movimientos de un felino, coloco su mano el cristal y con su aliento hizo empañar el cristal, con un dedo escribió “Hola”. No es que no supiera hablar, solo que aquella persona le parecía divertida, especial no era para responderle como normalmente lo hacia con otros.

Se encogió entre hombros sonriendo entrecerrando sus ojos azules.

A Neria se le iluminaron los ojos ante tal muestra de dulzura. Ladeó la cabeza, sonriente.

—¡Qué monadaaa! —dijo todo tal y como le pasaba por la cabeza, como siempre—. Eh, pequeñina, ¿cómo te llamas? Yo soy Neria

Le pasó por la cabeza la fugaz idea de comprarla... y esa idea fue cobrando forma en los siguientes segundos; no, instantes... sí, definitivo, ¡quería a esa minina!

Abrió la felina los ojos un poco sorprendida ante la alegría que no se oculto en su rostro y voz, no estaba muy acostumbrada a escuchar tanta alegría en pocas palabras, ondeo la cola nuevamente.-Me llamo Kyra…-Respondió simplemente con una voz apenas audible.-Es un placer, señorita Neria.-Agrego.

La felina jugueteo con la punta de su cola golpeando ligeramente el cristal de manera juguetona.

—¡Ala!, ¿señorita? ¿Cuántos años te crees que tengo, doscientos? —río despreocupada, ladeando la cabeza y aún mirando a la pequeñina con suma ternura y diversión—. Ey, Kyra, ¿qué te parecería venirte conmigo? Estarse todo el día aquí encerrada debe ser mortal.

¿Cómo podía aguantar tanto tiempo allí dentro, tan tranquila? Por Dios, Neria ya estaría subiéndose por las paredes, y no en sentido metafórico.

Se rió ligeramente encogiéndose entre hombros ante las palabras de la mujer, entonces negó con la cabeza, moviéndola con una ligera rapidez.-No, no… para nada, ahh… lo siento… estoy acostumbrada a responder de esta manera…pero, si gusta la llamare por su nombre… Neria…-

La miro unos segundo un poco incrédula y después observo las paredes donde se encontraba, ciertamente para ella era muy relajante, bastante, además de tranquilo. Se encogió entre hombros y bajo ligeramente la mirada un tanto apenada. –Seria… un honor, Neria

Neria suspiró levemente con una sonrisa. También le gustaría pedirle a la pequeña que no la tratase de usted, pero bueno, mejor dejar eso para otro momento. Tampoco quería agobiarla.

Compuso una expresión sorprendida, con las cejas arquedas, al ver lo que le parecía un rostro... ¿apenado?

—Eh, eh —dijo en tono conciliador, con una mirada cálida—. ¿A qué viene esa carita?

Enderezo las orejas y su cola también se quedo quieta.-Bueno… es que…me avergüenza pedirle también, si puede…ahh…comprar esto…-levanto el conejo a la altura de su rostro, como mostrándole lo lindo que este era. Con su mano se ayudo a mover la patita afelpada del conejo como saludando a Neria.

-Re…realmente… me eh…encariñado con el…-Claro era su compañía por las noches, entonces le dedico una sonrisa inocente a Neria algo sonrojada por hacer esa petición, era casi como pedirle un favor.

[Siento muchísimo el retraso >.< Estaba muy liada xDU]

Neria no pudo más que parpadear, sorprendida por la petición. Y luego, sin poderse contener, soltó una gran carcajada divertida; era de simple y llana simpatía. Demonios, cómo le gustaba esa pequeñina.

—Claro que sí, mujer. Si todos los problemas fueran así... vamos, vamos —la animó, manteniendo su clara sonrisa.

—¡Bueno! Entonces no hay más que hablar. Ah, señorita... ¿señorita? Sí sí, me gustaría comprar a esta preciosidad y al muñeco. ¿Sería posible? Ah, perfecto. ¡Muchas gracias! —dijo animada a una encargada que pasaba por ahí. La mujer asintió y se alejó con una sonrisa.

Parpadeo ligeramente al escuchar esa risa tan alegre, aunque por ahora no la comprendía, seguramente con le tiempo aprendería a conocer mejor a Neria, soltó una simple sonrisa al escucharla, por fin podrá salir de ese lugar.

Escucho como atrás de ella se abrió una puerta, se puso de pie tranquilamente, solo tenia puesta una playera negra muy larga, que no pretendía cambar por ahora, la señorita acerco a Kyra justo frente a Neria con una sonrisa y agradeciendo la compra. La felina abrazo el conejo contra su pecho mirando a la humana, algo nerviosa, quizás.


-Muchas, gracias… Neria…-


[XD ahora tarde yo, lo siento, ya estoy de vuelta]

En el tiempo en que habían ido a sacar a Kyra de la jaula, ella ya había ido al mostrador a pagar y a firmar un par de papeles que ni tan solo había leído, pura rutina. En cuanto oyó el agradecimiento de la pequeña no pudo más que esbozar una cariñosa sonrisa y revolverle el cabello como a una niña pequeña.

—¡De nada mujer, aquí para todo!

Se quitó su propia chaqueta, ya que no iba a necesitarla por lo acostumbrada que estaba a conducir a la intemperie de su moto sin abrigo, pero en cambio sí que podía ser que la kitti tuviera frío. Se la pasó mientras caminaban hacia la salida.

—Toma, la necesitarás —como toda respuesta a cualquier pregunta que la otra pudiera formular, señaló con el pulgar al otro lado de la calle, donde una moto roja estaba aparcada de un modo bastante torpe—. Espero que te guste ir en moto, porque tenemos un camino un poco largo hasta casa —le guiñó un ojo.