Una nueva habitante

Tras hablar por el intercomunicador la reja se abrió cediéndoles el paso a la mansión, el aroma de las flores inundaba los sentidos de quien pasara entre ellas, había que subir una pequeña elevación donde se encontraba el edificio principal de la propiedad, al llegar frente a la puerta esta fue abierta por el mayordomo.

-Buenas tardes señorita Dietrich- Saludó con una reverencia para después observar a la pequeña que iba con él, dirigiendole una mirada inquisidora a su jefa.

-Se llama Nawaru- Dijo con una sonrisa como sin con eso pudiese defenderse, mientras entraban a la casa. -Va a ayudarnos con las labores- La severa mirada del mayordomo no desaparecía. -Venga Harrison, no pododía dejarla en ese lugar. El hombre dejó escapar un suspiro, para después ver a la muchachita.

-Mi nombre es Harrison, cualquier cosa estoy a sus ordenes señortia Nawaru.- Se presentó.

Miraba con curiosidad todos los detalles que su vista podía captar. En el aire había una mezcla deliciosa de olores.
Escuchó como se abría la puerta y aparecía un hombre tras ella. Tenía la mirada seria, pero parecía buena persona.
Sonrió al mayordomo cuando Dietrich dijo que les ayudaría con las labores.
Escuchó el nombre del mayordomo y asintió.
-Muchas gracias. Me alegro de conocerte-dijo con una gran sonrisa y dándole la mano.

-Bien, así que aclarado esto- Dijo sonriente la mayor -Será mejor que vayámos a que veas tu nuevo cuarto, tras esto podemos ir a comprarte algo de ropa- Sugirió la pelirroja mientras tomaba su mano para guiarla a la habitación. -Dime ¿Quieres que te preparen algo de comer mientras tanto?

Los ojos de Nawaru brillaron con emoción. Nunca había tenido un cuarto, ni tampoco había ido de compras.
Terminó de escuchar la pregunta de su ama.
-Me gustaría tomar una sopita... si no es mucha molestia.-respondió tímidamente. La calle estaba fría y algo caliente la entonaría.

-Bien, Harrison , prepárale una sopa porfavor- Le pidió al mayordomo quien tras acatar la orden hizo una reverencia y se retiró rumbo a la cocina. -Ahora vamos arriba.- Dijo mientras comenzaba a subir las escaleras principales, con rumbo a las habitaciones, aún tenía que ver cual sería la más apropiada para la chica, quizá una que tuviera una ventana hacia el jardín trasero donde se podía apreciar el pequeño lago y en un futuro los nenufares que mandaría traer.

Seguía a la pelirroja, observando tímidamente los alrededores. Era una casa muy bonito y grande.
-¿Cuánta gente hay en la casa?-preguntó con curiosidad al ver tantas puertas, que probablemente eran de habitaciones.

-Sólo 2 aparte de nosotras, estan Harrison a quien ya conociste y Nikka a quien espero presentarte pronto- Contestó con una sonrisa, finalmente se detuvo frente a una de la puertas y la abrió mostrando una amplia habitación cuyos muebles eran de las más finas maderas y los colores que utilizaba en cortinas tapiz y sobrecama eran variaciones de lila y morado. -Espero te guste.

Observó sorprendida la hbitación. Los muebles eran preciosos y los colores la daba una buena ambientación.
-Es preciosa. Además tiene mis colores favoritos.-dijo entusiasmada, mirando cada rincón.
-¡Me encanta!-respondió, dando un abrazo y un beso en la mejilla a Dietrich.

Rió divertida ante la reacción de la chica, tras corresponder el abrazo, colocó un pequeño beso en su frente. -Me alegra escuchar eso, aunque aún falta acomodarla un poco- Comentó mientras se adentraba en la habitación -Ven para que la veas mejor- La invitó a pasar, Dietrich mientras tanto se acercó al balcón para abrirlo y permitir que entrara un poco de aire.

Curioseó un poco la habitación. Lo que más le llamó la atención fue la cama.
Se acercó y se sentó en ella. Estaba muy mullida y parecía confortable.
-Siempre había soñado tumbarme en una.-dijo y se acurrucó un poco. Observó que Dietrich había abierto el balcón y se acercó a ella. Las vistas eran muy bonitas.-Muchas gracias... en serio.-dijo con lágrimas en los ojos.

Dietrich se giró al escuchar los sollozos de la jovencita, inmediatamente la abrazó buscando confortarla de algún modo, limpió sus lágrimas con delicadeza para después besar su mejilla tiernamente. -No tienes que agradecer nada, el que estés aquí me hace muy feliz- Le dijo sin soltarla y comenzando a acariciar su cabello, sentía que debía proteger a esa niña, que era su responsabilidad hacer que encontrara algo de felicidad.

Se sonrojó ante la cercanía de Dietrich y ella. Bajó las orejas, recibiendo las caricias en su cabello.
-Yo también estoy muy feliz de estar a tu lado. Sólo me he emocionado, nada más.-dijo sonriendo. Se sentía afortunada de poder estar junto a una chica tan amable y guapa.

Bajó su mano hasta su mejilla, buscándo de este modo decirle que no había problema, se separó un poco para que Nawaru pudiera apreciar de mejor modo la habitación, caminó hasta una puerta que estaba del lado derecho de la cama. -Esta habitación tiene su propio baño el que podrás usar cuando quieras- Le explico mientras abría la puerta. -Si quieres puedes darte una ducha para que después bajemos a comer.