///Entrenar...///

[Mensaje a las admin: he especificado en la ficha que Neria posee un gimnasio, así queee... me tomo la libertad de apropiarme de este <3]

El sonido de una celestial risa la sacó de su concentración e hizo que deteniera un puñetazo a medio trayecto de un saco de boxeo. Arqueó las cejas y sonrió en dirección a la entrada, donde una chica esperaba. ¿Una nueva? Oh, ¡genial!

Tomando al vuelo una toalla que tenía colgada en un pequeño perchero, se acercó a la desconocida mientras se secaba distraídamente unas pequeñas gotas de sudor de la nuca. La recibió con una sonrisa brillante e entusiasta.

-¡Vaya! No te he visto antes por aquí, y eso que soy la propietaria -río un poco, despreocupada- ¿Eres nueva? -preguntó sin preámbulos.

Río de buena gana. Vaya con la chica.

—¿Paraíso, dices? ¡Vaya! Qué lastima que las paredes no tengan oídos, se pondrían contentas —bromeó. Ese comentario la había puesto de más buen humor, si es que eso era posible—. En fin, soy Neria —se presentó con un apretón de manos firme mientras le guiñaba un ojo juguetón—. ¿Y qué te ha traído aquí? ¿En busca de algún entrenador personal, suscribirte al gimnasio o iniciarte en algún arte marcial, quizás... ? —estaba feliz, se le notaba en la cara. Siempre era agradable recibir posibles alumnas nuevas.

'Y más si son tan guapas' pensó fugazmente.

—¡Genial!... ¿Kim? Kim, entonces —sonrió, alegre, y empezó a caminar hacia uno de los despachos administrativos que se encontraba allí cerca, haciéndole un gesto a la chica para que la siguiera.

Una vez en la habitación se sentó frente a un escritorio, sacó un par de papeles de un cajón y los dejó sobre la mesa. De cierto modo resultaba un poco raro verla allí, sentada como una administrativa, siendo como era. No le pegaba, era como si estuviera fuera de sitio. Pero hasta que no encontrase a alguien que trabajase de en contabilidad allí, pues tendría que hacerlo ella.

—Verás, tenemos un buen repertorio de entrenadores profesionales... míratelos tranquila, que hay tiempo —dijo, acercando los papeles a la chica—. Está Yessica, la karateka. Cinturón negro y graduada en educación deportiva. Luego también está... ¡ah, Irina! Irina es atleta y está especializada en entrenamiento de la velocidad y resistencia. Y May, primera posición en el carrera nacional de ciclismo de el año pasado —iba diciendo los nombres conforme pasaban de página, señalando las fotografías de las chicas y gesticulando mientras hablaba. Rió cuando llegaron a la fotografía de una chica de hombros anchos, cabello castaño y sonrisa granuja—. Y bueno, también está la cabra loca que tienes delante... aunque yo estoy especializada en boxeo, así que lo mío sería entrenar la fuerza física—le sacó la lengua, divertida, y flexionó un brazo haciendo gala de musculatura.

—¡Je! Pues de todo un poco... solemos programar sesiones en que en cada una entrenamos con un deporte en el que se use la fuerza física. Por ejemplo, tenemos el propio boxeo, halterofila, atletismo para la fuerza en las piernas... incluso algunas sesiones las programamos en una sala especial para rompimientos, ¿sabes lo que son los rompimientos? Es eso que sale por la tele en que los chinos rompen tablas de madera y ladrillos con golpes de la mano... ¡Eh, pero no pongas esa cara! Hay una técnica para hacerlo, todo es cuestión de aprenderla —explicó con entusiasmo. Ella misma había llevado a la práctica esas técnicas alguna vez y le habían encantado.

Neria rió divertida ante la reacción de Kim. Ah, esa chica le recordaba demasiado a sí misma cuando empezó: puro entusiasmo.

—Tranquila chica, que tiempo tendremos —le guiñó un ojo juguetón a la vez que recogió los papeles, dándo por concluída la entrevista—. Bueeeeno, ¿entonces ya lo tenemos claro? ¿Te inscribo en la modalidad de fuerza física?

Ya suponía que la respuesta sería afirmativa, así que aprovechó para guardar ya las fichas de las entrenadoras y, en su lugar, sacar los formularios de inscripción.

—¡Bueno! Pues ya lo tenemos —concluyó, pasándole los papeles de inscripción a Kim—. Aquí tienes el formulario; puedes rellenarlo con calma en casa y me lo traes cuando lo tengas listo —puso los ojos en blanco unos instantes con una expresión divertida—. Es un tostazo, pero son formalidades necesarias. Si por mi fuera os empezaría a entrenar desde el primer momento que cruzáis la puerta —río.

—En fin —dijo a la vez que se ponía en pie de nuevo y caminaba hasta la puerta, deteniéndose a un lado para dejar pasar primero a Kim—. Supongo que te veré pronto —esbozó una fugaz, aunque marcada, sonrisa de malicia—. No hay nada que me apetezca más.

¿Una indirecta o sólo bromeaba? Quién sabía. Con Neria podía pasar de todo.