Olvidada en un rincón

Alexis repasaba la tienda con una mirada ausente. De vez en cuando fijaba los ojos en alguna de las vitrinas, y de no ser porque en esos casos detenía sus pasos y se paraba a mirar a las kitties en completa quietud, cualquiera podría decir que realmente no veía nada y no estaba ahí en mente.

Quizás por esa especie de trance apático en que estaba sumida, no le importó ir hasta el final del pasillo, donde una de las kitties le llamó la atención. Estaba casi desfallecida contra los barrotes de la jaula y mostraba un aspecto lamentable. Alexis entornó los ojos, recelosa.

-¿Qué te sucede? -preguntó secamente. Aquel no era el estado habitual de la mayoría de las kitties. Lo sabía porque en los últimos meses había convertido esa tienda en, casi, su segundo hogar.

De modo que se habían olvidado ella. Bueno, de algún modo, no la sorprendió. No le hubiera entrado en la cabeza que los propietarios de la tienda tuvieran el material tan poco cuidado por las buenas.

Torció una sonrisa amarga.

-Así que olvidada, ¿eh? -despreocupada, apoyó uno de los hombros contra la jaula cruzada de brazos, obervando fijamente a la minina-. Ya somos dos -esto último lo dijo más para sí, en un tono tan bajo que resultó casi inaudible.

Suspiró. Y cuando volvió a mirar a la chica, había un deje duro en sus ojos.

-Dime tu nombre -por el tono, casi habría pasado por una órden... si no es que ya lo era, directamente.

La mirada de Alexis cambió de la inexpresividad a una de evaluativa, como si estuviera calificando interiormente a la chica. En un principio no había pensado siquiera en comprarla, puesto que no tenía especial interés en kitties... pero en aquel momento tomó una decisión. La pondría a prueva.

-Ni siquiera puedes recordar tu nombre... ¿de verdad eres una kittie en venta, o solo material de segunda mano? -al hablar procuró que su voz sonase de lo más seca e insensible, casi cruel. Obviamente el objetivo no era herirla, pero era una clave necesaria para que hiciera su comprobación. Y el fin siempre justificaba los medios.

Le había contestado.

Alexis esbozó una nímea, apenas perceptible, sonrisa de satisfacción. Quizás después de todo sí que saldría de allí con una compra. Kasumi había hecho precisamente lo que Natalie no hubiera hecho. Ella habría agachado la mirada, sollozado, e incluso se habría disculpado. Y si había algo que Alexis no hubiera podido soportar era tener bajo el mismo techo a alguien que se hubiera parecido aunque fuera un poco a su hermana.

Se acuchilló frente a la jaula para quedar a la altura de la chica, apoyando los antebrazos en las rodillas y mirándola inexpresivamente. Tras unos segundos de silencio en que no apartó la vista de sus ojos (rojos, por cierto. Exótico color), finalmente dijo una simple frase.

-Voy a comprarte. Me la suda si es lo que quieres o no -matizó con cierto aire autoritario-. Mi nombre es Alexis y a partir de hoy trabajarás para mí. ¿Estamos?

Sin decir más, Alexis volvió a ponerse en pie y caminó con las manos en los bolsillos de la chaqueta hasta el mostrador de la tienda. Intercambió unas breves palabras con la recepcionista y señaló con el pulgar la jaula de Kasumi. La recepcionista compuso una expresión sorprendida, probablemente recordando de pronto la existencia de la gatita. Le faltó tiempo para dirigirse allí. Alexis lo observaba todo desde la distancia como si no fuera con ella.

'Así que al final alguien más ocupará tu lugar... ¿eh, Natalie?' pensó para sí. Y pudo notar como la mención de ese nombre rasgaba una pequeña herida en el interior de su pecho.

-Alexis -respondió sin más. Luego empezó a caminar en dirección a la salida-. Vamos -ordenó.

A la salida les esperaba su pequeño tesoro: una increíble yamaha negra como el carbón aparcada en la acera contraria. Alexis se dirigió muy decidida hacia allí, tomó el casco que tenía guardado bajo el sillón y se lo pasó a Kasumi para que lo tomara al vuelo. Ella conduciría sin él. No sería la primera vez que se jugaba la vida porque le sí, y la verdad es que no le importaba lo más mínimo.

Se subió a la moto a la vez que contestó, aunque por su mirada ceñuda al frente parecía estar pensando en otras cosas.

-En los suburvios -dijo como si fuera lo más natural del mundo-. Así que espero que no tengas por costumbre dar paseos nocturnos -advirtió.

Dicho eso dio gas a la moto durante unos segundos y, una vez se hubo asegurado que iba bien, dijo un seco 'agárrate' y arrancaron a toda velocidad hasta perderse en el intrincado laberinto de calles que era la ciudad.

[Ok ^-^. Ahora dejo el link de la continuación

EDIT: https://kittygirls.foroes.org/departamentos-f15/dangerous-place-dangerous-people-privado-kasumi-t476.htm#6458 ]