Después de las clases ~Privado~

Le encantaba aquello no necesitaba nada más que eso. Verla sentir ese placer sobre ella la enloquecía, ver su rostro extasiado, escuchar sus pequeños quejidos. Colocó las manos en su cintura para ayudar su movimiento, un vaivén acelerado sobre su pierna.

Bajó el rostro y besó el centro de sus pechos, lamiéndolos y pegandole pequeños mordiscos. Quería escucharla gimotear, olvidándose por completo de donde se encontraban.

El tacto cálido de su piel sobre la suya la hacía sentir bien, demasiado bien. No quería recibir nada ella esta vez, quería que todo fuera para su linda gatita.

Sonrió, deleintandose por un rato con su cuello, lo mordía y lamía con una lengua que se movía inquieta. Metió la mano bajo sus pantalones con facilidad y con los dos dedos que ella tan bien había lubricado con su boca, acarició su calidez.

—Si que estás mojadita... —susurró, jugando con los dedos en su entrada, haciendo pequeños circulitos. La besó con intensidad, lamiendo sus labios y aprovechó ese instante para meter ambos dedos, empujandola ligeramente hacia adelante mientras la agarraba con el brazo libre.

Comenzó muy despacito, pero poco a poco la velocidad y profundidad con que metía y sacaba los dedos fue en aumento. Se movían en su interior, tocando todas las paredes, chocando y haciendo un ruidito del todo pervertido al deslizarse fuera y adentro.

Miró hacia los lados cuando profirió aquel grito, era ridículo alarmarse, nadie vendría y así fuera, le añadía excitación. Decidió acabar rápido con ella, la beso con intensidad haciendo que un pequeño hilo de saliva se estirará entre ellas al separarse. Hundió el rostro entre sus pechos y los besó con fuerza. Hundiendo en lo más profundo de su ser los dedos y moviendolos con frenesí. Se maravilló de lo estrecho que era, cálido, sentía el palpitar en sus dedos.

Mordió sus pezones, esperando que así llegará al clímax anhelado. Sentía la mano cada vez más mojada, a punto de ser bañada aún más.

Abrazó a la gatita y besó su cabeza, acariciándola lentamente. Podía sentir la calidez de su cuerpo. Se miró la mano mojada divertida. Pronto deberían irse de allí, pues el ajetreo de estudiantes empezaría, además, iban a comer juntas. Aunque realmente no estuviera hambrienta.

Deslizó las manos por su pecho desnudo.

—Me alegra oír eso —susurró en su oído.

La miró ligeramente extrañada, tampoco había pensando en algo como aquello. Ni el caso contrario, pero no creía que su reacción fuera buena si veía a su gatita con otra persona, carraspeó incomoda por aquel pensamiento y siguió haciendo caricias en sus cabellos.

—¿Me quieres solo para ti? —preguntó, sonreía con cierta dulzura.

Sonrió y dejó un beso sobre sus labios. Irguió la espalda estirandose y miró una vez el reloj de la pared, ya casi daban las tres de la tarde. Volvió a revolverle el pelo como tantas otras veces y la miró, sonriente.

—¿Qué te parece si nos vamos a comer ya? —preguntó mientras se levantaba y volvía a coger su cartera. Se pusó de su lado, abrochando con dulzura su blusa—. Podemos ir a un restaurante, pero tu eliges.

Declaró.

Asintió a la petición de la gatita y se dirigió hacia la puerta, esperando a que saliera para cerrar con llave el departamento. Saludó con la mano a uno de los profesores y se encaminaron hacia la salida en busca del coche.

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