Departamento Reika/Layla (Priv)

La emoción por haber salido de la tienda no se esfumaba, sino que aumentaba conforme veía cosas del mundo exterior. Entré en el departamento de Reika con una sonrisa, mirando a un lado y a otro asombrada, pensando en lo bonito que sería llamar a aquel lugar hogar.
Me sonrojé un poco al quitarse ella el abrigo... sin duda, era demasiado hermosa.
-Ah... como usted quiera, señorita... ¿Quiere que le prepare algo de comer?

Me senté en el sofá, sonriendo tímidamente, aunque sintiéndome algo culpable porque era Reika quien parecía dispuesta a traerme la bebida, mientras que a mí me habían educado para servir yo a mi dueña.
-Pues... Un vaso de agua estaría bien... Yo nunca he... probado las bebidas con alcohol, así que no sé muy bien cómo me sentarían, señorita.

Tomé el vaso en mis manos y bebí un sorbo, sintiéndome algo mejor, ya que en la habitación hacía bastante calor. La miré al escucharla, pensando en qué podría preguntar y decidiendo luego mostrar mis dudas.
-Bueno... Me gustaría saber qué... qué es exactamente una actriz porno... Es que yo nunca he visto una película, ¿sabe?
Bajé la mirada, sonrojándome, sin saber bien si la pregunta habría sido adecuada.

Asentí tímidamente, tratando de entender lo que me estaba diciendo. Sí, en cierta manera comprendía aquella teoría, pero lo que yo sabía de todo lo referente al sexo era algo más bien difuso. No era algo que nos enseñasen en la tienda de nekos... al menos no de esa manera.

Miré la portada del DVD, con un ligero suspiro, mientras me sonrojaba un poco más. Eran tan... ah, nunca había visto mujeres así, tan bonitas y tan ligeras de ropa, con esos gestos y esa expresión que ponían en la foto de la portada.

Me acurruqué un poco en el sillón, apoyándome en Reika. Aquella sería la primera vez que vería una película.

Miraba fijamente a la pantalla, asombrada, sin saber muy bien qué decir o qué hacer. Al final dejé de preguntarme por ello, simplemente perdiéndome en esos magreos y manoseos, pensando que aquello me hacía sentirme extraña. No lo entendía, no entendía por qué ver eso estaba haciendo que me sonrojase un poco más.
-Se-señorita... ¿usted es la de la película?

La película se volvía más intensa conforme pasaban los minutos. Traté de hacerle caso, pero me estremecí al notar que apoyaba su mano en mi pierna... no de miedo o de rechazo, sino porque ese contacto, mientras veía aquellas escenas, me resultaba también extraño. No sabía por qué... pero aquella película, unida a la cercanía con Reika, estaba empezando a provocarme sensaciones que jamás había experimentado.

Aparté por un instante la mirada de la televisión, observando a Reika con gesto curioso, bastante extrañada. Todo aquello era nuevo para mí, desde las sensaciones hasta lo que mi ama estaba haciendo.
-¿Qué... qué es lo que hace? ¿Puedo ayudarla?
Estaba empezando a ponerme extrañamente nerviosa.

La miré a los ojos, sintiendo que mis mejillas ardían, pero sin sentirme ya tan avergonzada. Con mucha timidez, apoyé la mano sobre su short, moviéndola suavemente al principio, algo preocupada por estar haciéndolo mal o molestando a mi ama. No me decidía a meter mis dedos bajo el short, pero por el momento intensifiqué algo el ritmo, escuchando aquellos gritos y moviéndome inconscientemente sobre su pierna.

Sus palabras me animaron un poco, así que desabroché su short, deslizando mis dedos entre sus piernas, notando que se hallaba algo húmeda. Al sentir que ella también se movía, empecé a frotarme con más intensidad, notándome yo también excitada, dejando escapar unos gemidos apenas audibles.
-Ah... Re... Reika...

Al principio movía mis dedos con torpeza, era la primera vez que hacía una cosa así, pero después de alguna manera los suaves gemidos de la chica me dieron confianza para seguir.
Notar el movimiento de su pierna justo entre mis piernas me excitaba demasiado, hasta el punto de que ya no podía reprimir esos gemidos, que aumentaron de intensidad.

Aquellas sensaciones me estaban haciendo enloquecer. Tenía las mejillas rojas, ya no de vergüenza, sino de excitación, y mi cuerpo parecía moverse por sí mismo. Mis dedos acariciaban suavemente su clítoris, hasta que se me ocurrió introducir un par de ellos en el interior de Reika, moviéndolos cada vez más rápido. Con la otra mano me aferraba a mi ama, intentando no naufragar en ese mar de sensaciones nuevas.

Ver sus grandes y esculturales pechos sólo hizo que me sintiese aún más excitaba, mientras continuaba frotándome y acelerando sus embestidas. Casi por instinto, cogí su mano y la llevé a mi entrepierna, mirándola con los ojos velados de placer, mientras jadeaba sin control, sintiéndome morir de excitación.